Y…se fue de puntillas sin hacer ruido, con el corazón lleno de amor y ternura que había ido almacenando a lo largo de su vida.
Agradecemos a Dios el haber compartido contigo, querida Susana, un pedacito de tu vida, el haberte conocido ha sido un regalo inmenso que no podremos olvidar.
Y… tomaste la lámpara encendida y entraste en el banquete de bodas… estabas preparada esperando la llamada de Dios. Tu vida no ha terminado con la vida en la tierra, ahora tu vida es eterna y como seguro que estarás muy cerquita de Dios te pido que desde el cielo intercedas por tu familia y por todos nosotros que seguimos caminando deseosos de encontrarnos contigo en la eternidad.
Adios Susana….¡¡hasta el cielo!!
Marisol.